Hace cuatro
años conocí este restaurante mientras me encontraba con mi familia en esta
ciudad. En ese tiempo me pareció un lugar excelente para degustar los platos
que ofrecían. Cuatro años después en una situación distinta quise volver y
recordar esa tarde amena que compartí con mi familia. Desde la entrada el
servicio es especial. Aunque no pareciera que existe la figura de un maître,
todos los meseros se ensamblan para formar parte de un gran equipo y nunca
descuidar a su cliente.
Se hace
notar que el servicio es prioridad en este lugar. Los tres sectores que
conforman este lugar (el interior y sus dos terrazas) se juntan para formar un
ambiente sobrio y elegante, aunque con un toque rural y algo campestre, lo cual
hace que cualquier persona se sienta acogida.
En cuanto
a la comida debo decir que ofrecen una gran variedad de platos típicos
colombianos. En una forma de tratar de probar la mayor cantidad de platos
posibles, ordené una ensalada de la casa, un lomo de cerdo y un servicio
adicional de papas chorreadas. Acerca de las papas no tengo nada que decir,
estaban perfectamente cocinadas y muy bien sazonadas. En cuanto a la ensalada,
me pareció que el aderezo no combinaba del todo bien. La mayoría de los
elementos de la ensalada eran ácidos incluyendo tomate, palmito y rábano (que
le da cierto sabor entre amargo y ácido). Pienso que un aderezo un poco más
dulce podría combinar mejor los sabores.
En cuanto
al lomo estaba muy bien cocinado pero soy de los comensales que prefiere que
las carnes sean un poco más jugosas. Pienso que fue error mío al momento de
ordenar no haberlo hecho como un requerimiento. En conclusión, una buena compañía
y una buena comida hacen de este lugar una excelente recomendación en cualquier
momento.
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